LLEGAN LOS ALIADOS El galopante furor de miles de explosiones y los vibrantes rugidos que sacudían sin cesar el cielo de Normandía; anunciaron a los franceses que se encontraban en esa zona la madrugada del 6 de junio de 1944, que este no era uno más de los habituales raids aliados.
A pesar de la fuerza del bombardeo, la invasión tan largamente esperada, fue una auténtica sorpresa; por ejemplo la señora Angele Levault, venerable maestra de setenta años del pueblo de Saint Mere L`Eglise, se levantó sobresaltada por los violentos estampidos provocados por las disparos de la artillería antiaérea germana, para darse cuenta que en una de las paredes de su casa danzaban luces rojas y varios destellos.
Al acercarse a su ventana vió el cielo enrojecido que bramaba con un tono grave y terrible. Se dirigió hacía fuera de la casa para apreciar mejor el espectáculo, y pudo apreciar el poder y la belleza de las ráfagas trazadoras trepando hacía el cielo y su estrépito ensordecedor.
De pronto escuchó ramas rotas y un raro crujir a su alrededor. A pocos metros de ella el soldado Robert Murphy de la aguerrida 82 división aerotransportada norteamericana cayó a tierra en su paracaidas, saco su cuchillo y se liberó de las ligaduras mientras la señora Levault lo miraba aterrada, como si se tratará de una aparición sobrenatural.
Se miraron los ojos un momento, luego el americano llevó el dedo a la boca pidiéndole silencio y desapareció. En ese momento la atemorizada señora no lo sabía, pero había sido testigo del desembarco de las tropas paracaidistas que precedía a la más grande invasión aeronaval de la historia, la operación Overlord, los aliados por fin habían llegado.
Como era de esperarse, la noticia se esparció como una ola, mezcla indescriptible de sorpresa y emoción.
En el pueblito de Rainville, el pequeño Alain Doix de 11 años, despertó a gritos a su abuela :
-Despierta ¡ despierta abuela algo ocurre!!.
En ese momento entró a la habitación el padre de Alain, René Doix
-Vestiros inmediatamente –les apremió- me parece que es un fuerte bombardeo – Mientras padre e hijo observaban desde la ventana como se acercaban los aviones, Rene se dio cuenta
que los aviones no hacían ruido alguno.
-Dios mio -exclamó sorprendido- No son aviones, ¡!son planeadores!!
Y estaba en lo cierto, toda la fuerza del mundo libre se desataba para liberar a Francia y a Europa del yugo Nazi.
En la prisión de Caen la valerosa señora Amelie Chevalier, apresada con su esposo por ayudar y esconder pilotos aliados abatidos, se sintió inquieta por el cada vez más intenso trueno de la batalla y las conversaciones que corrían por la cárcel de esta ciudad. Oyó un susurro cuando le pasaron el desayuno bajo la puerta de su celda
-Esperanza, esperanza- dijo la voz- ¡!los británicos han desembarcado!!
Hondamente conmovida, la señora Chevalier cayó de rodillas y se puso a rezar.
Amelie no lo sabía, pero en ese momento su esposo estaba siendo llevado por vengativos y asustados carceleros de la Gestapo a su ejecución. Pero ella sobreviviría.
La noticia corrió por Francia, intensificando los ataques de los maquis y las FFI (Forces Francaises de l`Interieur) de una forma tan metódica, que terminaron paralizando casi totalmente las comunicaciones y el flujo de refuerzos de la Werhmatch hacia las playas de Normandía en los momentos que mas se las necesitaba.
Los días que siguieron al día D, los aliados siguieron avanzando sin pausa liberando las ciudades y los pueblos de Cotentin, Carentan, Cherburgo y Caen. El legendario general Patton por su parte, liberó Bretaña de una manera tan fulgurante, que su tercer ejército ganó entre los alemanes el nombre de
Armeegruppe Patton, único cuerpo denominado al estilo alemán durante toda la guerra.
Los canadienses se tomaron la revancha de la masacre de Dieppe en Avranches, donde avanzaron desalojando a su enemigo. A partir del 6 de agosto los alemanes intentaron una serie de contraofensivas que lograron un avance limitado, pero fueron frenados y luego derrotados por los británicos de Montgomery y las fuerzas estadounidenses en la llamada bolsa de Falaise, aunque un gran número de germanos pudieron escapar de esa posición antes que fuera aniquilada.
Para el 20 de agosto de 1944, los aliados se encontraban a menos de 200 kilómetros de París. Aunque Eisenhower no la consideraba un objetivo militar de importancia, las noticias que llegaban desde la ciudad eran alarmantes: Los ciudadanos, hartos del dominio nazi se habían sublevado, y pedían ayuda.
TOUS AUX BARRICADES!!Desde la llegada de los Alemanes la orgullosa capital de Francia había tenido una existencia miserable. A la profunda humillación sufrida con la toma de la ciudad y el desfile de las tropas germanas bajo el arco del triunfo, se sumaban las múltiples redadas, las ejecuciones de rehenes, las privaciones que imponía la guerra, el hambre, el desabastecimiento, y el hecho que el alto mando de Hitler había destinado esta urbe como una especie de lugar de descanso, turismo sexual, y relajo, para los veteranos que venían del frente ruso y otros.
Al sentir la proximidad de los aliados, la impaciencia había llegado a su límite. El 15 de agosto las autoridades militares alemanas decidieron desarmar a la policía francesa.
Sin embargo, un poco empujados por la vergüenza de haber servido a los invasores durante años, y también por patriotismo, los policías franceses se amotinaron y se negaron a rendir sus armas.
La guarnición nazi tenía entre sus filas 16,000 hombres, más de los que tenían la FFI, los comunistas de las FTP (Franc Tireurs et Partisans) y la policía, además de que estos estaban insuficientemente armados.
Sin embargo el líder de las FTP, el coronel Rol-Tanguy no se dejo impresionar y ordenó la sublevación al grito de ¡tous aux barricades! (todos a las barricadas) que fue seguida con entusiasmo por la población.
Muchos colaboradores de los nazis, viendo cerca el final, no dudaron en abandonar Paris, de una manera tan poco digna que los franceses se burlaban abiertamente. Sin embargo las tropas de la Wehrmatch no dudaron en abrir fuego contra algunos de estos parisinos en el boulevard Saint Michel.
A partir del 18 de agosto se escuchó el estruendo de la batalla por toda la ciudad.
El 19 la enseña tricolor, cuyo uso había estado tan restringido durante años, apareció ondeando retadoramente en varios edificios públicos. En la tarde de ese mismo día en las márgenes del río Sena, se libraron violentos encuentros entre los ocupantes y las fuerzas de la resistencia, que cobraron las vidas de 125 parisinos y 40 alemanes. Los Gaullistas encuadrados en el Consejo Nacional de Resistencia, limitados al principio por ordenes de su jefe a esperar la llegada de los aliados, se sumaron también a la lucha.
Entre tanto, el furioso tiroteo que se desató entre los ocupantes y la policía francesa en la jefatura, halló una pausa cuando el cónsul general Sueco Raoul Nording logró acordar una tregua, que sin embargo no se respetó, principalmente porque toda la ciudad ya estaba en pié de guerra y los combates no se detenían. Sin embargo a pesar del entusiasmo y el valor de los sublevados, apenas tenían municiones, y su lucha estaba entrando en momentos críticos.
Las bombas molotov y hasta las piedras entraron en acción, pero cada vez se hacía más evidente que era urgente una intervención aliada, que sin embargo, no era tan fácil. El asunto era que si Eisenhower enviaba a sus tropas, una vez liberada París, con 4 millones de habitantes, tendría que ser abastecida por su ejército. Además su toma no era de relevancia estratégica.
En la duda el comandante supremo aliado prefería tomar la capital francesa unas semanas después. Sin embargo el general De Gaulle y el general Leclerc apremiaban sin éxito por auxiliar a la ciudad sublevada antes que sufriera la misma suerte que la arrasada Varsovia, capital de Polonia, que había sido totalmente destruida después que se levantó contra sus ocupantes dos semanas antes, sin que el ejército rojo hiciera nada por ayudarlos.
Además la intervención de los comunistas en la lucha era tan importante que se temía que reclamaran mas de lo que les correspondía, o intentaran resistir incluso a los aliados si tomaban hipotéticamente el control de la capital o de grandes zonas de esta.
Sin embargo los anglo americanos todavía dudaban.
RESISTID, YA LLEGAMOS !!
El día 24, el general Leclerc comandante en jefe de la
Deuxieme Division Blindee, la aguerrida segunda división blindada de los franceses libres, encontró al capitán Raymon Dronne retirándose de pésimo humor, después de mantener un violento combate y derrotar a los alemanes que defendían el barrio y la prisión de Fresnes, ya en los suburbios de París.
-Dronne que diablos esta haciendo aquí ?
-
Mon general - repuso entristecido y ofuscado Dronne- estoy siguiendo las ordenes de replegarme!
Leclerc golpeó el suelo con su bastón y rugió :
-No se ejecutan las ordenes idiotas, truena!! –Se quedó mirando a su feliz subalterno quién le explica la posibilidad cierta e indispensable de avanzar y luego anade :
-Bueno arrojese sobre París!. Pase por donde quiera, arrojese al corazón de París, Diga a los parisienses que no se desmoralicen, digales que toda la división estará en París manana por la manana y que resistan, ya llegamos!!
Dronne se encamina dichoso donde sus hombres. Estos no eran muy conocidos por su disciplina, pero si por su orgullo, y según su capítan ”
por ser bravos, a veces de una bravura excesiva”.
Pertenecían a la
9 compagnie, pero debido a la aplastante mayoría de españoles que había en sus filas, se habían hecho celebres como “
La Nueve”. Ellos tendrían el honor de encabezar la liberación de la ciudad luz.
LA LIBERACIÓN Sin embargo Dronne tuvo problemas no esperados. No eran las bajas que habían tenido sus victoriosos hombres, quienes deseaban siempre medir sus armas con las elites de las SS antes que con los del resto de la Wehrmatch; sino la avalancha de parisinos, que identificándolos como una unidad francesa y aliada, se lanzaban encima de ellos al grito de
!Vive les allies! para abrazarlos, besarlos, bendecirlos y llorar emocionados en sus hombros, mientras que las parisinas los trataban de una manera "
demasiado efusiva” sin mencionar la algarabía, la turbamulta, la atmosfera de carnaval y los litros de alcohol ofrecidos.
Dronne, a quién sólo le quedaban tres Shermans y 11 camiones semioruga, bautizados con nombres como
Madrid, Guadalajara, Teruel o Guernica, siguió avanzando a pesar de que el amor a la francesa le reportaría una inmensa demora en su progreso. Al llegar al ayuntamiento los enardecidos defensores prácticamente lo raptaron de entre sus hombres a los gritos de
Vive la France y
Vive De Gaulle. Lo recibió George Bidault presidente del Consejo Nacional de la Resistencia.
En las calles entre tanto, al propagarse la noticia de la llegada de las tropas francesas ( mas españolas que francesas, hay que decirlo ) de “
la nueve” se comenzó a escuchar en la ciudad el campanear de todas la iglesias al mismo tiempo, lo que contribuyó a sacar a los alborozados parisinos de sus hogares.
Mientras tanto los confundidos alemanes escuchaban el bullicio y se preparaban a destruir la urbe que mal que bien, los había albergado durante años. Pero el general Alemán a cargo, Dietrich Von Choltitz se dudaba en cumplir la orden de Hitler: “
París ha de ser convertida en un campo de ruinas”.
Finalmente Von Choltitz se puso al habla por teléfono con el general Speidel, viejo conocido suyo :
-Muchas gracias por la bonita orden
-Que orden general ?
-Pues la orden del campo de ruinas : He hecho llevar tres toneladas de explosivos a Notre Dame, dos toneladas a la Catedral de los Invalidos, una tonelada a la cámara de los diputados. Ahora se esta destruyendo el arco del triunfo para tener tiro libre…..-Von Choltitz escuchaba la penosa respiración de su superior al otro lado de la linea.
- Verdad que le parece bien mi querido general ?
-Si, general
-Sus ordenes van a ser ejecutadas
Speidel respondió indignado :
-¡!Esto lo ha mandado el Fuhrer ¡!
-Permitame, usted a transmitido la orden y ante la historia usted lleva la responsabilidad! permitame seguir, La Madeleine y la Opera serán destruídas a la vez, y la Torre Eiffel la volaré de modo que servirá de obstáculo. Todos los puentes serán destruidos.
De pronto Speidel entiende el mensaje soterrado de Von Choltitz, suspira aliviado y dice :
-Oh general, que satisfecho estoy de que se encuentre usted en París.
Von Choltitz decide entonces defender la ciudad hasta donde le sea posible, sin volarla en pedazos y ahorrando bajas a su guarnición.
Al amanecer del 25 de agosto de 1944 la eufórica gente había decidido esperar en las calles la llegada de la segunda división francesa y de los aliados, aunque era evidente que los alemanes todavía tenían el control de varios sectores de la ciudad.
Al llegar el resto de la “Deuxieme’’, el comandante Jacques Massu tomó el Pont de Sevres mientras que el coronel Paul de Laglande avanzó decididamente hacia la plaza d’Etoile y también hacía una de las sedes principales de la guarnición alemana, situada en el fortificado hotel Majestic.
El coronel Billotte avanzó hacía la jefatura de policía a ayudar a los sitiados efectivos que habían resistido el ataque alemán. El avance de las tropas francesas a través de París provocó una ola de emoción nunca vista, sobre todo por la confirmación de los ciudadanos de la nacionalidad de los soldados.
Desde los balcones una lluvía de aplausos y la aparición de miles de personas en los techos que alentaban a los combatientes, sin contar a los que bajaban a las calles y se unían a la batalla con brazaletes de las FFI, creaban una atmósfera de carnaval peligrosa pero extremadamente feliz.
Jean Galtier Boissiere los describió así: ”
Una multitud vibrante rodea los tanques franceses envueltos en banderas y cubiertos de ramos de flores. Sobre cada carro, sobre cada coche blindado, al lado de los miembros de la dotación, vestidos con monos de mecánico de color caqui y gorras rojas de tamaño reducido, pueden verse arracimados muchachas, mujeres niños y FFIs con brazaletes. Los que abarrotan las calles aplauden, lanzan besos, saludan con el puño en alto y, a voz en cuello, hacen participes a los vencedores del gozo de su liberación’’Sin embargo todavía la lucha no había terminado y los Shermans tuvieron que reducir a cañonazos a los alemanes que resistían desde los jardines de Luxemburgo y la torre del reloj del senado.
A las dos de la tarde la bandera de Francia apareció enorme y desafiante en el arco del triunfo, mientras que las tropas de De Laglande avanzaban entre las aclamaciones de la multitud hacía el hotel Majestic, que fue rápidamente rendido con fuego de artillería, quedando totalmente incendiado.
En medio de ese ambiente de locos hubo toda clase de anecdotas :
“Muchos de los soldados de Leclerc regresaban a su hogar después de 4 largos años alejados de sus familias. Una joven dislumbró de súbito a su esposo sobre un camión semioruga, pero quedo muda por la emoción. Afortunadamente él la vió, aunque apenas podía dar crédito a sus ojos. Marido y mujer corrieron a abrazarse, mientras que los camaradas del primero, que
como él estaban sucísimos y sin afeitar, se arracimaban a su alrededor para compartir la dicha de su reencuentro”.
Paralelamente al ataque contra el Majestic, el coronel Billote embestía con sus hombres contra el hotel Meurice. Sin embargo los tanques germanos apostados en Las Tullerias y en la plaza Concordia consiguieron destruir cuatro Shermans antes de ser aniquilados. Después de este breve pero sangriento combate, los franceses lograron capturar a Von Choltitz a quién obligaron finalmente a rendirse con toda su guarnición. Sin embargo esto no impidió que los parisinos fusilaran a algunos rendidos, y los atacaran a golpes de puño, escupitajos, patadas etc, desquitándose un poco de los vejámenes que ellos mismos habían soportado durante años.
A las 4 de la tarde el líder de la Francia Libre, Charles De Gaulle, llegó a París en medio de las aclamaciones delirantes de la población. Se dirigió a Montparnasse, luego al Ministerio de Defensa.
Después bajo los acordes de la Marsellesa, De Gaulle llegó al ayuntamiento donde lo esperaba George Bidault y otros miembros de la resistencia que se habían batido tan duramente por la libertad de su país. Allí De Gaulle pronunció el discurso que se ha hecho famoso como el que proclamó la libertad definitiva de esta ciudad :
“París!! Paris ultrajado, París destruido, París martirizado….;pero París liberado!! Liberado por si mismo, liberado por su pueblo, con la participación del ejército de Francia, con el respaldo y la participación de toda Francia; es decir de la Francia que lucha, es decir, de la verdadera Francia, de la Francia eterna” .
Esa tarde muchos liberadores, totalmente ebrios por la enorme cantidad de licor que los parisinos habían guardado para la ocasión, tuvieron que asistir a celebraciones totalmente sucios en sus uniformes de combate.
También comenzaron a llegar los aliados para una gran parada militar en honor a la liberación.
A pesar de que los alemanes aún no habían sido capturados en su integridad y que unos cuantos trataban de huir, la celebración fue desbocada y según se supo “
pocos soldados durmieron sólos aquella noche”.
Y aunque el 26 hubo algunos disparos que asustaron a todos menos a De Gaulle, quién se mantuvo erguido a pesar de que estalló un tiroteo a su alrededor en Notre Dame, y aunque en la noche la Luftwaffe se trató de desquitar enviando algunos bombarderos que causaron unos cuantos destrozos, los franceses habían recuperado su capital.
En Berlín, Hitler, furioso y desesperado, llamó a sus oficiales y pidió un informe sobre lo que ocurría: -
Arde París ? quiso saber el tirano nazi.
Todo lo contrario, París se había levantado, y había recobrado su libertad.
Bibliografía
-HISTORIA ILUSTRADA DEL TERCER REICH, Dr Kurt Zentner, editorial Bruguera España 1975.
-PARIS DESPUÉS DE LA LIBERACIÓN, Antony Beevor, Memoria Crítica
-EL DÍA MAS LARGO, Cornelius Ryan, Barcelona 2004
Continuará
Labels: Alemania, Francia, liberación, Overlord, Paris, segunda guerra mundial